Enemigos íntimos. Los ex socios que bombardean a Khadafi
Por Walter Goobar wgoobar@miradasalsur.com
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- El neonapoleónico presidente de Francia, Nicolas Sarkozy; el premier británico, David Cameron; su colega italiano, Silvio Berlusconi; el líder del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, y su homólogo Barack Obama, han sido los grandes socios y lobbistas de Muammar Khadafi en Occidente. En los últimos años han firmado acuerdos económicos multimillonarios con el líder libio que está en el poder hace 42 años, pero al que consideran “dictador” desde hace un par de semanas. Todos ellos lo cortejaron hasta poco tiempo antes de despachar los bombardeos en su contra.
El neonapoleónico presidente de Francia, Nicolas Sarkozy; el premier británico, David Cameron; su colega italiano, Silvio Berlusconi; el líder del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, y su colega Barack Obama, han sido los grandes socios y lobbistas de Muammar Khadafi en Occidente. En los últimos años han firmado acuerdos económicos multimillonarios con el líder libio que está en el poder hace 42 años, pero al que consideran “dictador” desde hace un par de semanas. Todos ellos lo cortejaron hasta poco tiempo antes de despachar los bombardeos en su contra. Ahora se han convertido en sus peores enemigos en un conflicto que ha puesto en jaque el mercado del petróleo.
Tras la caída de Saddam Hussein en Irak, Khadafi firmó acuerdos para erradicar las armas de destrucción masiva e indemnizó a las víctimas de sus atentados terroristas. Se erigió en un perseguidor feroz de Osama Bin Laden. Pidió ingresar al FMI, creó zonas especiales de libre comercio, abrió el país a las transnacionales del petróleo y eliminó los subsidios a los productos alimenticios de primera necesidad. Inició el proceso de privatización de la economía.
En 2004, Gran Bretaña firmó el “Acuerdo en el Desierto”, que preveía miles de millones en contratos de explotación de petróleo en el país. En 2006, Washington removió a Libia de su lista de estados que patrocinan el terrorismo. Con eso, Khadafi se abrió camino para la explotación de petróleo por las empresas estadounidenses. Desembarcaron en Libia: Amerada Hess, Canadian Occidental, la Chevron-Texaco, la Cnpc, Indian Oil Corp, Liwade origen estadounidense, la saudita Nimr Petróleo, OMV, la canadiense Occidental, Ongc, la brasileña Petrobras, las canadienses PetroCanada, Óleo del Mar Rojo Corp, la española Repsol, Shell, Verenex, Total, la alemana Wintershall, la australiana Woodside.
El líder libio se ganó elogios de George W. Bush, Tony Blair, Berlusconi, Sarkozy y Zapatero.
Ninguno de los actuales enemigos jurados de Khadafi resiste un archivo: no ha pasado mucho tiempo desde que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, besaba literalmente la mano de khadafi –que además de accionista del Juventus es inversor de Finmeccanica, una de las principales empresas de armamento italianas– y le permitía instalar su carpa beduina en Roma, pero de un día para el otro lo dejó caer como una piedra. Lo mismo vale para los británicos que vendían montones de armas al coronel.
En junio de 2010, Saif Khadafi declaró al periódico británico Daily Mirror que el ex premier “Tony Blair tiene una excelente relación con mi padre”. Blair es considerado un consejero de confianza para la Libyan Investment Authority. Con eso, las exportaciones británicas para Libia subieron cerca de 930 millones de euros en los últimos años.
En el olvido ha quedado que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su colega español, José Luis Rodríguez Zapatero, hasta hace pocos meses eran admiradores y lobbistas de Khadafi y sostenían que era esencial impulsar las relaciones con aquel país, que se llegó a vender ante el mundo como “un oasis para la inversión extranjera”.
Para darse cuenta de cómo ha cambiado la historia en sólo unos meses, no hay más que ver cómo se define a Libia en una noticia publicada en la página web del Instituto de comercio Exterior de España (Icex). “Muchos expertos no dudan en señalar que actualmente Libia se encuentra en pleno auge y expansión económica teniendo como objetivo convertirse en el nuevo Dubai de la costa mediterránea”, rezaba la información de Libya Investment de finales del año pasado que permanecía publicada en la web del organismo oficial aún después de que comenzaron los ataques aéreos.
Una muestra del cambio radical de los aliados con Libia es que en noviembre del año pasado 120 empresas de 21 países (entre ellas la firma española Indra) participaron en la feria de seguridad y defensa Libdex 2010, celebrada en el aeropuerto militar de Mitiga, junto a Trípoli. Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, China y Rusia estuvieron presentes en el encuentro. Ahora, la ONU ha prohibido cualquier transacción comercial vinculada con la defensa.
Con un lenguaje muy similar al que utilizó su antecesor, José María Aznar, en 2003, cuando implicó a España en la guerra de Irak, el actual presidente español dice que la intervención en Libia es “humanitaria”.
Para evitar este tipo de comparaciones que lo dejan mal parado, Zapatero argumenta que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha respaldado la intervención para acabar con Khadafi, algo que en Irak ocurrió después de los primeros ataques sobre Bagdad.
No es cierto que la intervención en Libia trata de evitar que Khadafi masacre a los civiles, sino a los insurgentes que son una amalgama heterogénea en la que convergen monárquicos nostálgicos de un antiguo rey, islamistas que propugnan la Guerra Santa, primos de Al Qaeda y cuñados de los intereses occidentales en la región.
En España, Khadafi y las empresas estatales libias controlan el banco Aresbank, la red de estaciones de servicio Tamoil y varias propiedades inmobiliarias. Su principal joya es la finca La Resinera, ubicada en Málaga, donde planeaba edificar un megacomplejo turístico.
Todos estos bienes (con excepción de Tamoil) están intervenidos como parte del acuerdo de los gobiernos de la UE para congelar las propiedades de Khadafi y evitar que las use para financiar la guerra. El Banco de España, por ejemplo, ha tomado las riendas de Aresbank.
El Gobierno español también ha intervenido las cuentas bancarias de Khadafi y otros 25 miembros de su familia, entre ellos, su hijo Khamis Muammar, que estudiaba un Master en el Instituto de Empresa.
Las incongruencias españolas también alcanzan al PP de José María Aznar que fue el primer dirigente occidental que viajó a Libia justo después de que la Unión Europea y Estados Unidos levantaran el embargo a aquel país por su responsabilidad en el atentado contra un avión de PanAm, que explotó sobre la localidad escocesa de Lockerbie.
España, sin embargo, no es el primer destino del dinero libio. En Italia, la antigua colonia, Khadafi participa en Unicredit, en la firma aeroespacial Finmeccanica, y ENI, además de en el equipo de fútbol Juventus, de Turín.
La mayor inversión de Libia es el UniCredit. A finales de 2008, en plena crisis financiera mundial, el Banco Central libio compró acciones del mayor banco italiano, que estaba en serios problemas. Con la ayuda del fondo soberano Libyan Investment Authority (Leia), Libia se hizo el mayor accionista de UniCredit (con 7,582%), actualmente uno de los mayores bancos de Europa.
Desde enero de 2011, el gobierno libio es dueño del 2,01% del grupo aeronáutico y de defensa Finmeccanica, controlado por el Estado italiano. Libia tiene también casi 0,5% de la empresa de petróleo ENI. Posee 22% de la empresa textil Olcese y 7,5% del club de fútbol Juventus. En junio de 2009, una empresa controlada por la Compañía Árabe de Inversión Extranjera adquirió una participación del 10% en Comunicaciones Quinta, de la cual el accionista mayoritario es Berlusconi.
No obstante, aún es más llamativo el cambio de criterio del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ha pasado de vender armas a Khadafi a liderar los ataques contra Trípoli. En los últimos años, el dirigente galo ha pactado la construcción de una central nuclear en Libia, ha confirmado la venta de misiles a Khadafi y ha pagado rescates de cientos de millones de euros al régimen para dejar libres a unas enfermeras secuestradas. Khadafi ha llegado a afirmar que él financió parte de la campaña electoral de Sarkozy.
Sarkozy traga saliva ante la amenaza de Khadafi de revelar los montos, las cuentas y los bancos a través de los cuales financió su carrera política: si la amenaza se hace realidad, podría asegurarle la victoria de Jean Marie Le Pen en las próximas elecciones francesas.
Como en toda guerra de conquista, en Libia no sólo las armas, sino quienes las disparan, se venden al mejor postor.
Tras la caída de Saddam Hussein en Irak, Khadafi firmó acuerdos para erradicar las armas de destrucción masiva e indemnizó a las víctimas de sus atentados terroristas. Se erigió en un perseguidor feroz de Osama Bin Laden. Pidió ingresar al FMI, creó zonas especiales de libre comercio, abrió el país a las transnacionales del petróleo y eliminó los subsidios a los productos alimenticios de primera necesidad. Inició el proceso de privatización de la economía.
En 2004, Gran Bretaña firmó el “Acuerdo en el Desierto”, que preveía miles de millones en contratos de explotación de petróleo en el país. En 2006, Washington removió a Libia de su lista de estados que patrocinan el terrorismo. Con eso, Khadafi se abrió camino para la explotación de petróleo por las empresas estadounidenses. Desembarcaron en Libia: Amerada Hess, Canadian Occidental, la Chevron-Texaco, la Cnpc, Indian Oil Corp, Liwade origen estadounidense, la saudita Nimr Petróleo, OMV, la canadiense Occidental, Ongc, la brasileña Petrobras, las canadienses PetroCanada, Óleo del Mar Rojo Corp, la española Repsol, Shell, Verenex, Total, la alemana Wintershall, la australiana Woodside.
El líder libio se ganó elogios de George W. Bush, Tony Blair, Berlusconi, Sarkozy y Zapatero.
Ninguno de los actuales enemigos jurados de Khadafi resiste un archivo: no ha pasado mucho tiempo desde que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, besaba literalmente la mano de khadafi –que además de accionista del Juventus es inversor de Finmeccanica, una de las principales empresas de armamento italianas– y le permitía instalar su carpa beduina en Roma, pero de un día para el otro lo dejó caer como una piedra. Lo mismo vale para los británicos que vendían montones de armas al coronel.
En junio de 2010, Saif Khadafi declaró al periódico británico Daily Mirror que el ex premier “Tony Blair tiene una excelente relación con mi padre”. Blair es considerado un consejero de confianza para la Libyan Investment Authority. Con eso, las exportaciones británicas para Libia subieron cerca de 930 millones de euros en los últimos años.
En el olvido ha quedado que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su colega español, José Luis Rodríguez Zapatero, hasta hace pocos meses eran admiradores y lobbistas de Khadafi y sostenían que era esencial impulsar las relaciones con aquel país, que se llegó a vender ante el mundo como “un oasis para la inversión extranjera”.
Para darse cuenta de cómo ha cambiado la historia en sólo unos meses, no hay más que ver cómo se define a Libia en una noticia publicada en la página web del Instituto de comercio Exterior de España (Icex). “Muchos expertos no dudan en señalar que actualmente Libia se encuentra en pleno auge y expansión económica teniendo como objetivo convertirse en el nuevo Dubai de la costa mediterránea”, rezaba la información de Libya Investment de finales del año pasado que permanecía publicada en la web del organismo oficial aún después de que comenzaron los ataques aéreos.
Una muestra del cambio radical de los aliados con Libia es que en noviembre del año pasado 120 empresas de 21 países (entre ellas la firma española Indra) participaron en la feria de seguridad y defensa Libdex 2010, celebrada en el aeropuerto militar de Mitiga, junto a Trípoli. Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, China y Rusia estuvieron presentes en el encuentro. Ahora, la ONU ha prohibido cualquier transacción comercial vinculada con la defensa.
Con un lenguaje muy similar al que utilizó su antecesor, José María Aznar, en 2003, cuando implicó a España en la guerra de Irak, el actual presidente español dice que la intervención en Libia es “humanitaria”.
Para evitar este tipo de comparaciones que lo dejan mal parado, Zapatero argumenta que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha respaldado la intervención para acabar con Khadafi, algo que en Irak ocurrió después de los primeros ataques sobre Bagdad.
No es cierto que la intervención en Libia trata de evitar que Khadafi masacre a los civiles, sino a los insurgentes que son una amalgama heterogénea en la que convergen monárquicos nostálgicos de un antiguo rey, islamistas que propugnan la Guerra Santa, primos de Al Qaeda y cuñados de los intereses occidentales en la región.
En España, Khadafi y las empresas estatales libias controlan el banco Aresbank, la red de estaciones de servicio Tamoil y varias propiedades inmobiliarias. Su principal joya es la finca La Resinera, ubicada en Málaga, donde planeaba edificar un megacomplejo turístico.
Todos estos bienes (con excepción de Tamoil) están intervenidos como parte del acuerdo de los gobiernos de la UE para congelar las propiedades de Khadafi y evitar que las use para financiar la guerra. El Banco de España, por ejemplo, ha tomado las riendas de Aresbank.
El Gobierno español también ha intervenido las cuentas bancarias de Khadafi y otros 25 miembros de su familia, entre ellos, su hijo Khamis Muammar, que estudiaba un Master en el Instituto de Empresa.
Las incongruencias españolas también alcanzan al PP de José María Aznar que fue el primer dirigente occidental que viajó a Libia justo después de que la Unión Europea y Estados Unidos levantaran el embargo a aquel país por su responsabilidad en el atentado contra un avión de PanAm, que explotó sobre la localidad escocesa de Lockerbie.
España, sin embargo, no es el primer destino del dinero libio. En Italia, la antigua colonia, Khadafi participa en Unicredit, en la firma aeroespacial Finmeccanica, y ENI, además de en el equipo de fútbol Juventus, de Turín.
La mayor inversión de Libia es el UniCredit. A finales de 2008, en plena crisis financiera mundial, el Banco Central libio compró acciones del mayor banco italiano, que estaba en serios problemas. Con la ayuda del fondo soberano Libyan Investment Authority (Leia), Libia se hizo el mayor accionista de UniCredit (con 7,582%), actualmente uno de los mayores bancos de Europa.
Desde enero de 2011, el gobierno libio es dueño del 2,01% del grupo aeronáutico y de defensa Finmeccanica, controlado por el Estado italiano. Libia tiene también casi 0,5% de la empresa de petróleo ENI. Posee 22% de la empresa textil Olcese y 7,5% del club de fútbol Juventus. En junio de 2009, una empresa controlada por la Compañía Árabe de Inversión Extranjera adquirió una participación del 10% en Comunicaciones Quinta, de la cual el accionista mayoritario es Berlusconi.
No obstante, aún es más llamativo el cambio de criterio del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que ha pasado de vender armas a Khadafi a liderar los ataques contra Trípoli. En los últimos años, el dirigente galo ha pactado la construcción de una central nuclear en Libia, ha confirmado la venta de misiles a Khadafi y ha pagado rescates de cientos de millones de euros al régimen para dejar libres a unas enfermeras secuestradas. Khadafi ha llegado a afirmar que él financió parte de la campaña electoral de Sarkozy.
Sarkozy traga saliva ante la amenaza de Khadafi de revelar los montos, las cuentas y los bancos a través de los cuales financió su carrera política: si la amenaza se hace realidad, podría asegurarle la victoria de Jean Marie Le Pen en las próximas elecciones francesas.
Como en toda guerra de conquista, en Libia no sólo las armas, sino quienes las disparan, se venden al mejor postor.
fuente www.miradasalsur.com